Hubo hechos que marcaron esa diferencia y que pocas veces desde que el club optó por abandonar LIFIPA y recalar en LISFI fueron apreciadas. El presidente de ADAFI junto aquellos que manejan los destinos de dicha entidad fueron quienes les dieron la bienvenida a las plantillas albirrojas en la puerta misma del club. Fueron quienes cobraron las entradas y fueron ellos los que abrieron las puertas y se “pusieron” a las órdenes de la delegación pincha.
Demás está decir que ese gesto fue la primera señal de cómo se viviría la jornada. Desde el mismo momento en que la pelota empezó a rodar, no hubo diferencias entre Estudiantes y ADAFI no hubo tribuna local o visitante, más allá de que los sectores en el predio estaban bien diferenciados. No hubo agresiones verbales, sólo hubo festejos de goles, aplausos por bellas jugadas o atajadas espectaculares. Todo esto es lo que le hace bien al fútbol infantil y lo que llevará a que las ligas y los clubes crezcan como se merecen.
A medida que los cotejos fueron transcurriendo y las categorías chicas les dejaron el lugar a las más grandes, se observaron grandes partidos de fútbol. Con algunos protagonistas que se cruzan en el Country, pero que el sábado jugaron a muerte por la camiseta que defienden y todo con mucha lealtad, con compañerismo y con ganas de jugar y ganar. Claro como sucede en el fútbol los que se llevan la mejor porción son aquellos que logran el éxito, pero sin dudas que ADAFI entendió de que se trataba la cuestión y jamás puso en tela de juicio la potencialidad de Estudiantes.
Ojala que todos los sábados se vivan jornadas como la que se desarrolló el 1 de Mayo, justamente el día que se conmemoraba el Día del Trabajador. Ojala que todos los clubes comprendan que cuando los chicos salen a jugar un partido debe existir armonía tanto adentro como afuera del campo, porque eso hace grande a una institución y a la Liga misma.
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