lunes, 31 de marzo de 2008

Los goles se gritan, no siempre

Por Diego Raimundo

Cada uno de nosotros hemos leído, escuchado y visto por televisión en los diferentes programas futbolísticos que el delantero vive del gol y que no hay sensación más hermosa que gritar con toda la boca abierta un gol. Pero cuando las circunstancias no son propicias, los chicos son los primeros en dar una clase de vida, o de enseñanza. El sábado y el domingo Estudiantes mostró su superioridad en cada uno de los partidos que le tocó jugar, pero lo llamativo no fue esto sino que desde los más chiquitos hasta aquellos que hoy están en el umbral de la novena división optaron por no celebrar sus conquistas. ¿Las razones? No hacer sentir mal a sus rivales ante semejante superioridad.
Primero nos debemos remitir al debut en el torneo de LISFI. El oponente fue 12 de octubre y ya en el primer encuentro, quedó expresada la “solidaridad”
de los jugadores pinchas de la 95 para con sus pares. Claro en tan sólo 10 minutos ya el resultado era abultado y antes de la culminación del primer tiempo, el árbitro dio por culminado el partido porque Estudiantes había llegado a las ocho conquistas.
Este fue el primer signo de lo que iba a ser un ejemplo en la jornada sabatina, porque todos los jugadores de los otros equipos pinchas no se animaron ni siquiera a abrir la boca para gritar un gol. Pero no sólo el respecto por el prójimo fue admirable en los pibes albirrojos, sino que hasta las juveniles de River (en la cancha 5 Estudiantes se midió con el Millonario por la primera fecha del Torneo de Juveniles), más precisamente aquellos integrantes de los elencos de octava y novena, sólo celebraron sus primeros goles porque luego, ateniendo a su supremacía optaron por no festejar, simplemente se estrecharon sus manos o se daban un beso , en respeto a los chicos del Pincha que en el debut del torneo de AFA no tuvieron una tarde feliz.
Y esa “prédica” continúo el domingo. En el Country se presentó la Selección de Atlético González de Entre Ríos y las goleadas sirvieron para observar el rendimiento de varios jugadores y para comprender que los primeros que se dan cuenta que la abundancia de goles que recibe el rival son un duro mazazo en la cabeza son los más chicos. Sí, los integrantes de la 98 y la 99 prefirieron mantener “silencio” para no herir más a un grupo de pibes que llegó a City Bell para hacer experiencia.
Pero como si hubiese sido un mensaje de texto enviado en cadena, en Quilmes se repitió la misma historia. Goles por doquier, buen juego, pero se optó por el respeto al oponente. Entonces que nos queda por decir, gracias y felicitaciones, instintivamente el jugador -cualquiera fuese su edad- sueña con gritar con gol y que ese grito le salga desde las propias extrañas, pero hay circunstancias, como las que vivimos el fin de semana, que originan a que se deje de lado esta utopía porque el rival lo amerita.
Ojalá que lo hecho por los chicos, sirva para que los más grandes recojan el guante y se olviden si sus hijos hacen goles y entiendan que hay oportunidades en donde hay que tomar el ejemplo de lo que sucede dentro del rectángulo de juego.

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