A esta altura del año los chicos ya palpitan con muchas ansias el comienzo de la temporada. Es lógico, luego de la gran fiesta de fin de año del 2008, todos y cada uno de los jugadores y por que no entrenadores renovaron las ilusiones para el año siguiente. Claro está, nadie puede negar que las conquistas del año anterior son la consecuencia de que existan a mayores anhelos…
La bondad de los chicos lleva a que no se mire hacia atrás y no se busque trazar un paralelo con el gran año que tuvo el fútbol infantil, y por que no decirlo amateur. El deseo de jugar solamente a la pelota lleva a que los pibes, desde los de 5 años hasta los de 17, no piensen en objetivos ni mucho menos en comparar lo hecho con lo que se puede producir.
Lo que hay que dejar bien en claro que el fútbol no es una fabrica que traza un objetivo de base para producir sus productos y aumentar esa cifra de acuerdo a lo realizado el año anterior, sino por el contrario este deporte -sobre todo cuando hay chicos de por medio- tiene ese costado “puro” que florece por iniciativa de los jugadores y que tiene un punto en común: jugar al fútbol
Y eso de jugar al fútbol es una ilusión. La misma ilusión de convertir un gol, de hacer una buena atajada o el simple hecho de vestir la roja y blanca. Estos factores son lo que a uno lo lleva a escribir estas líneas y tratar de hacerles entender a muchos de los que a diario caminan por el Country que esas ilusiones que flotan por el aire de City Bell forman parte del crecimiento sano de aquellos que en menos de una semana van a ser los protagonistas de los torneos y que quieren sentirse felices dentro de una cancha de fútbol.
Pero a tener en cuenta algo, esas ilusiones de las que hacemos mención también corren por cuenta de aquellos que forman parte de la escuelita de fútbol. Esos chicos, donde algunos apenas tienen 4 años, a su manera se sienten realizados con pegarle a la “globa”, con recibir el aplauso de los de afuera o con posar para la foto, como lo hace la primera.
De ilusiones vive el hombre y de ilusiones viven los pibes, que sin presiones y con la frescura que los lleva a ser diferentes lo convierte en los verdaderos protagonistas de la temporada que está próxima a iniciarse.
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