La historia tiene un principio y un final. Y obviamente resulta más simple iniciar el análisis por lo último, por la coronación, por el éxtasis que resultó el triunfo ante Arsenal, por los goles del Roro López y la vuelta olímpica. Pero la “máquina” de Alejandro Sabella comenzó a desasnarse en este camino exitoso allá por el mes de enero. ¿Enero? Sí, en la pretemporada, en Carilo. El clima familiar, la buena onda, las ganas por seguir siendo protagonistas y ganando cosas fueron el alma de un motor que comenzó a calentar con el paso del tiempo y que, si bien debió sortear algunos escollos como fue la eliminación en la Copa Libertadores en el último minuto del choque con el Inter de Brasil, perder el Clausura en la anteúltima fecha, o no poder ganar la Recopa; su funcionamiento fue en paulatino crecimiento. Es obvio que cuando las cosas funcionan sobre rieles, cuando todos y cada uno de los que están con el plantel tiran para el mismo lado la soga, a la larga el premio llega.
Los golpes fortalecieron al grupo. El convencimiento de que se podía llegar a la gloria nunca dejó de existir a pesar de que a todo el mundillo del fútbol argentino no le cae muy simpático que otra vez Estudiantes esté presto a la batalla y con las chances de ahogarle la fiesta a los más poderosos.
Con el paso de las fechas los pupilos de Sabella marcando pautas, dejando señales claras en cada partido más allá de que por momentos las ausencias por lesiones obligaron a que el entrenador deba meter mano en la formación para conformar un equipo y un sistema del cual el fútbol argentino no está acostumbrado y por el cual el DT fue muy criticado sin fundamentos.
Estudiantes es nuevamente campeón de un torneo doméstico. Un sabor y una sensación única e irrepetible. Todo el país y los equipos de la AFA se rinden nuevamente a los pies de una institución que en el último lustro hizo (y aún lo sigue haciendo) los deberes de tal manera que hoy lo tiene en la cresta de la ola. Estudiantes es nuevamente campeón, suma su undécima estrella; un trofeo muy bien merecido.
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