martes, 5 de octubre de 2010

Con la mente fría y el corazón caliente

Por Diego Raimundo.

Muchas son las situaciones que deben afrontar entre este mes y noviembre Estudiantes en todas las competencias que lo tiene como protagonista. Claro llegan las instancias en donde se definen una infinidad de cuestiones, pero más que nada se ingresa en una etapa donde el nombre de Estudiantes estará otra vez en el candelero porque los campeonatos llegarán a su fin. Entonces al superar la barrera media, es decir las tres cuartas partes de los torneos, llega el momento en donde los jugadores deben jugar cada partido con el corazón caliente pero con la mente bien fría…

Estudiantes en base a trabajo, resultados y jugadores se convirtió en un potencia en las diversas ligas y con el transcurso de las fechas y por que no lo años, fue una obligación casi religiosa desplegar dentro del campo, y fuera de él, esa potencialidad como consecuencia de las obligaciones y de que los rivales de manera implícita así se lo requerían.

Entonces ya situándonos en LISFI, en AFA y en Metro, los equipos saben lo que les toca por jugar de aquí hasta que se llegue a la “bandera a cuadros”. Ellos entienden que lo ganado ya es parte del pasado y que no habrá un solo oponente que no quiera “mojarles las orejas” porque, si bien esto forma parte del folklore futbolístico, su anhelo es que los colores rojos y blancos no vuelvan a flamear en el firmamento.

Ya han sucedido algunas cosas, como los partidos con ADAFI, Tigre, Huracán o el clásico, donde ciertos resultados nos sacudieron. Pero ese sacudón ahora debe ir de la mano fortificación de los ideales que han hecho de nuestros equipos, desde los más pequeños hasta la 96, y nuestros jugadores una potencia.

En consecuencia de esto que estamos diciendo es que los futbolistas tienen que salir a jugar con el corazón caliente y la mente fría. Esta teoría pasará a ser una mística indestructible de los planteles que han hecho de Estudiantes una verdadera fuerza inquebrantable.¿El propósito? Que los rivales se sientan en inferioridad y que, por más que no se gane un campeonato, ser potencia no implica sólo dar vueltas olímpicas.

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