Muchos de los que a diario navegan por este blog para informarse todo lo concerniente al fútbol infanto juvenil deben conocer la historia de Estudiantes de memoria. Es más aquellos que no son hinchas del club, por comentarios o por haber leído alguna vez diarios o la revista El Gráfico tiene un boceto de todo lo que sucedió a lo largo de los 104 años en el club. Pero sin dudas que lo que más está grabado en la memoria de cada uno son las palabras “familia” y “mística”. Y precisamente la familia es un sello característico en el Pincha, es como alguna vez dijo el Narigón Bilardo: “El amor por el club se transmite de generación en generación.”
Primero fue el bisabuelo, luego el abuelo, posteriormente el padre y finalmente el hijo, el mismo que pisa los rectángulos de juegos del Country, será el que le transmitirá todo lo es Estudiantes a su futuro “heredero”. Y en este sentido es muy agradable, saludable y admirable como los hijos de los jugadores del actual plantel profesional, como de los ex, llegan al Pincha para transitar por el camino que alguna vez iniciaron sus papás.
Hoy uno puede ver en las divisiones juveniles a Gastón Trotta, hijo del Cabezón, defendiendo los colores rojos y blancos en la cuarta y también en la reserva; a Alejandrito Russo, hijo de Poroto, formando parte del plantel de sexta.
Pero hay más. Estudiantes es una forma de ser, parafraseando al libro que escribió Miguel Russo cuando el Pincha ascendió de la B Nacional a Primera, y por ello es que en los equipos de infantiles hay apellidos ilustres. Veamos: Calderón, Cascini, Palermo, Catán, Fernández, Verón, Romeo, Ramos. Y la lista se amplía porque Matute Morales e Iván Moreno y Fabianesi también apostaron en las infantiles pinchas.
Las cosas no se dan porque sí. Ya es normal que en cada encuentro de Primera un ex diga presente y cuando es interrogado por la prensa exprese “y los colores tiran…” Esto es lo que alguna vez aquellos soñadores se imaginaron cuando fundaron el 4 de agosto de 1905 el club Estudiantes de La Plata. No sólo la pasión por el fútbol pasa por las venas de los “hijos de…” sino que el sentimiento por el club, el arraigo a las cosas queridas y la familia son más fuerte que cualquier otra fuerza.
El domingo próximo se conmemorará un nuevo día del padre y Ryduan Palermo (Cat. 96), Bautista Cascini (cat. 97), Matías Morales (cat. 97), Santiago Ramos (Cat. 97), Lucas Calderón (cat. 98), Tadeo Catán (cat. 98), Tomás Fernández (cat. 99), Deian Veron (cat. 2000), Gaspar Romeo (cat. 2001), Juan Ignacio Morales (cat. 2001), Ismael Moreno y Fabianesi (cat. 2002) conjuntamente con aquellos que no tienen “apellidos ilustres” y que tienen grabado el Pincha en su piel, estarán juntos a sus papás, y entre beso y beso seguramente que le dirán: gracias por pararnos en el mismo sendero que ellos recorrieron antes de su consagración.
Lo que el Narigón Bilardo repite a diario cuando lo consultan sobre Estudiantes, se sigue repitiendo y se repetirá mientras todos comprendan que el Pincha “es una familia” y que “el amor por los colores se transmite de generación en generación.”
Primero fue el bisabuelo, luego el abuelo, posteriormente el padre y finalmente el hijo, el mismo que pisa los rectángulos de juegos del Country, será el que le transmitirá todo lo es Estudiantes a su futuro “heredero”. Y en este sentido es muy agradable, saludable y admirable como los hijos de los jugadores del actual plantel profesional, como de los ex, llegan al Pincha para transitar por el camino que alguna vez iniciaron sus papás.
Hoy uno puede ver en las divisiones juveniles a Gastón Trotta, hijo del Cabezón, defendiendo los colores rojos y blancos en la cuarta y también en la reserva; a Alejandrito Russo, hijo de Poroto, formando parte del plantel de sexta.
Pero hay más. Estudiantes es una forma de ser, parafraseando al libro que escribió Miguel Russo cuando el Pincha ascendió de la B Nacional a Primera, y por ello es que en los equipos de infantiles hay apellidos ilustres. Veamos: Calderón, Cascini, Palermo, Catán, Fernández, Verón, Romeo, Ramos. Y la lista se amplía porque Matute Morales e Iván Moreno y Fabianesi también apostaron en las infantiles pinchas.
Las cosas no se dan porque sí. Ya es normal que en cada encuentro de Primera un ex diga presente y cuando es interrogado por la prensa exprese “y los colores tiran…” Esto es lo que alguna vez aquellos soñadores se imaginaron cuando fundaron el 4 de agosto de 1905 el club Estudiantes de La Plata. No sólo la pasión por el fútbol pasa por las venas de los “hijos de…” sino que el sentimiento por el club, el arraigo a las cosas queridas y la familia son más fuerte que cualquier otra fuerza.
El domingo próximo se conmemorará un nuevo día del padre y Ryduan Palermo (Cat. 96), Bautista Cascini (cat. 97), Matías Morales (cat. 97), Santiago Ramos (Cat. 97), Lucas Calderón (cat. 98), Tadeo Catán (cat. 98), Tomás Fernández (cat. 99), Deian Veron (cat. 2000), Gaspar Romeo (cat. 2001), Juan Ignacio Morales (cat. 2001), Ismael Moreno y Fabianesi (cat. 2002) conjuntamente con aquellos que no tienen “apellidos ilustres” y que tienen grabado el Pincha en su piel, estarán juntos a sus papás, y entre beso y beso seguramente que le dirán: gracias por pararnos en el mismo sendero que ellos recorrieron antes de su consagración.
Lo que el Narigón Bilardo repite a diario cuando lo consultan sobre Estudiantes, se sigue repitiendo y se repetirá mientras todos comprendan que el Pincha “es una familia” y que “el amor por los colores se transmite de generación en generación.”
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